Colección Castagnino+macro




Giménez, Edgardo

Santa Fe, 1942
Vive y trabaja en Buenos Aires

A los siete años se traslada junto con su familia a Buenos Aires.
En Argentina, desde mediados de la década del cincuenta, impulsado por la política desarrollista de los gobiernos posteriores a la caída del Presidente Juan Domingo Perón –gobierno militar de la Revolución Libertadora y gobierno civil del Presidente Arturo Frondizi- comienza un ciclo de expansión y modernización que conduce a importantes transformaciones en las ciencias, las costumbres juveniles, los tipos sociales, la estructura familiar, la educación y la economía industrial. En ese contexto, se instalan nuevas agencias de publicidad que en sus programas de modernización y expansión de los medios de comunicación reclutan a creativos y artistas del país.
En aquel momento, Giménez ingresa a trabajar en la agencia de publicidad Meca donde desempeña por algunos años la tarea de cadete. Al mismo tiempo emergen sus primeras inquietudes artísticas y adquiere nociones concernientes a la comunicación publicitaria.
En la década del sesenta comienza a desarrollar su carrera de diseñador gráfico. Entre los primeros encargos figura el afiche para la exposición del artista Antonio Seguí en la galería Lirolay de Buenos Aires en 1962. Dicha instancia le permite contactarse con otros jóvenes de la época interesados en producir una renovación en los discursos artísticos dominantes. Paralelamente comienza a ser reconocido por su labor gráfica en instancias nacionales e internacionales siendo galardonado con: Premio de Honor, I Bienal Internacional de Artes Aplicadas, Punta del Este, 1965 y Premio de Honor, Biennale del Afiche, Museo Nacional de Varsovia, 1966.
En sus primeras obras, el artista, deja entrever una actitud provocativa, vital y a la vez reflexiva sobre la pintura y los planteos estéticos vigentes. Contrastes de tintes, colores intensos y espacios imaginarios son habitados por loros, pájaros, flores y monos vestidos.
Hacia 1964 concreta su primera exposición individual de pinturas en la galería Rioobó Nueva de Buenos Aires. Ese año, además de, presentar trabajos gráficos en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile y ser invitado al Premio de Honor Ver y Estimar en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires –como lo hiciese en 1965 y 1966-, participa en las muestras colectivas tituladas La Muerte y Objeto 64, realizadas en la galería Lirolay y en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Buenos Aires, respectivamente. Son estos años de búsquedas y desplazamientos en los que Giménez articula su hacer artístico entre la realización de objetos ligados al pop y la participación en acciones interdisciplinarias.
En 1964 realiza la obra titulada La Mamouschka operada, donada por el artista a la Colección Castagnino + Macro, en el 2003. La pieza se compone de un objeto-personaje construido con materiales industriales, plásticos, pieles sintéticas, pintura acrílica y metales en el que el uso de colores estridentes refuerza su perfil impactante. Operada y renovada, esta mamouschka, símbolo de la Rusia Comunista, adquiere el carácter de un personaje fantástico e híbrido, lo cual le imprime un sentido ciertamente irónico a la producción. Junto con la obra Mosquito de Angora (1963) se exhibe en la paradigmática muestra objetual de 1964.
Asimismo, dicho personaje es incluido en el póster-panel titulado ¿Por qué son tan geniales? que Giménez junto con Dalila (Delia) Puzzovio y Carlos Squirru, en 1965, instala en el corazón de la denominada Manzana Loca. Lugar clave de la década del sesenta, en tanto alberga una cantidad importante de librerías, cafés y galerías que dan vida a las nuevas manifestaciones expresivas.
Entre 1965 y 1966 forma parte de la compañía La Siempre Viva donde convergen músicos, bailarines, actores y artistas plásticos, entre ellos: Marilú Marini, Alfredo Rodríguez Arias, Miguel Ángel Róndano, Puzzovio y Squirru. En sus presentaciones , compuestas por extraños sketch, se incita al público a formar parte del proceso de creación mediante el juego y la imaginación.
Los proyectos artísticos ejecutados durante este período encuentran, en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella (1960-1970) y en su director Jorge Romero Brest, el respaldo de una institución y una persona ávida en hacer de Buenos Aires un lugar de relevancia dentro de la cultura internacional. Bajo ese contexto el centro lleva a cabo el primer encuentro Experiencias Visuales 1967 donde los artistas eran invitados a participar, otorgándoles financiamiento para realizar sus obras. Giménez se presenta con la producción de una instalación compuesta por ocho estrellas gigantes de madera esmaltadas en color negro, de manifiesta tendencia pop.
Al mismo tiempo, realiza la escenografía para el film Psexoanálisis (1967) del director de cine Héctor Olivera, por la que le adjudican el Premio de la Asociación de Cronistas Cinematográficos (1973). Además de llevar a cabo diversos proyectos escenográficos en espectáculos teatrales, participa en la ambientación de escenas de la película Los neuróticos (1968) del mismo director.
Al finalizar la década junto con Romero Brest y su esposa funda Fuera de Caja, Centro de Arte para Consumir donde, con la finalidad de incorporar valor estético al espacio cotidiano, crea muebles y objetos para su venta. Experiencia similar supo concretar en su local La Oveja Boba (1963-1966), junto con otros artistas del momento.
Entre 1971 y 1990 incurre en la construcción y diseño de casas que define como esculturas habitables, entre los proyectos concretados figuran: Casa Azul en City Bell (1971-1972); Casa Colorada (1976-1978), Casa Amarilla (1980-1982) y Casa Blanca (1983) en Punta Indio; Casa de las Columnas (1987-1988) en Buenos Aires y Museo de Edgardo Giménez (1990-1991) en Magdalena.
Hacia 1980 concreta su primera muestra retrospectiva titulada Desde el comienzo, en las salas del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde exhibe una importante colección de obras que abarca todas las etapas de su producción.
Ese mismo año asume el cargo de Director de Arte (1980-1989) del Teatro Municipal General San Martín de Buenos Aires. En 1983, le encargan la creación de la nueva imagen gráfica del Teatro Colón de Buenos Aires y, en 1986, la Secretaría de Cultura de la Nación lo selecciona para realizar murales en subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires.
En 1994 se evidencia un nuevo cambio en su producción marcado por la presencia de formas geométricas y líneas rectas. En la galería Klemm presenta El espíritu de las formas donde presenta esculturas y objetos.
Más adelante, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires es galardonado con el Premio Leonardo `97 a la trayectoria y concreta la retrospectiva titulada -60-97-.
En el 2000 realiza otra exposición individual donde además presenta el libro Edgardo Giménez que recopila un importante material documental sobre su producción.
Entre otras actividades lo contrata el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para dirigir las Comunicaciones Visuales en la vía pública de la Secretaría de Cultura, en los períodos comprendidos entre el 2000 – 2004 y 2006 – 2007.
En 2006, Giménez es convocado para formar parte del Proyecto Sombrillas en el marco del lanzamiento de una variedad de la marca Skip de Unilever junto con Marta Minujín y Rogelio Polesello, donde realiza el diseño de las lonas. Bajo el concepto de la masificación del arte, los 30 objetos diseñados por estos artistas, son exhibidos en la vía pública. Su primer emplazamiento se ve en las terrazas del centro comercial Buenos Aires Desing luego, en la explanada del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (macro).
En una segunda etapa, quedan seleccionadas dos imágenes digitalizadas por cada artista para ser donadas en un formato plano a la colección Castagnino + Macro, junto con las sombrillas. Las dos piezas octogonales, que forman parte de la selección perteneciente a Giménez, hacen referencia a la estética pop desarrollada por el artista en la década del 60.
El museo Castagnino + Macro, en septiembre de 2009, decidió incorporar el poster-panel ¿Por qué son tan geniales? en su colección de arte argentino. Con este fin, el equipo del museo junto con el artista Juan Manuel Hernández, bajo supervisión de Edgardo Giménez, llevó a cabo el proceso de reproducción y digitalización de la imagen.
Al año siguiente, fue incorporada a la misma colección Las Panteras. Fotografía que replica la pieza gráfica, diseñada por Giménez, que se utilizó para difusión de la exposición realizada en la galería El Sol de Buenos Aires, en 1966, en la que, además, se presentó el grupo musical “El rugido de las panteras”.




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