Colección Castagnino+macro




De Sagastizábal, Tulio

Posadas, provincia de Misiones, 1948
Vive y trabaja en Buenos Aires

Pasa sus vacaciones de verano en Buenos Aires hasta instalarse con su familia definitivamente.
En principio se inclina por el dibujo. Durante un período, realiza copias de cuadros emblemáticos de la historia del arte pero sin embargo, durante su adolescencia, se aboca a la militancia política.
Finalizado el crítico período de los años 70 y luego del gobierno militar, momento en el cual permanece fuera del país, emprende su camino artístico con la pintura, abandonando la militancia política.
Estudia con Alejandro Vainstein, Roberto Páez y Luis Felipe Noé.
Su pintura se consolida durante la década del 80, con una serie de pinturas sobre viajes sin rumbo. En ellas aparece un personaje que se traslada del campo a la ciudad, de la ciudad al mar, del mar al océano y que, como un eco, recibe del océano lo que la resaca devuelve y deposita en la costa: una botella con un relato enrollado.
A fines de esta década su lenguaje muestra un cambio; la condición narrativa de su obra deriva en una producción más inestable, en donde se producen encuentros entre lógicas diferentes. Cada cuadro consigue un encuentro heterodoxo entre fondo y figura, abstracción y figuración, línea y color, dibujo y pintura.
En este momento de reafirmación de su lenguaje, su actividad internacional crece. Gana la Beca de la Fundación Antorchas en 1991, queda seleccionado para participar en la Bienal de La Habana y en el festival “Lés Allumées”, y gana el Premio que el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires organiza para conmemorar el Quinto Centenario del descubrimiento de América.
El período 1991-1992 constituye un hito en la carrera de este artista. Si toda la producción previa cuenta en clave los años atravesados por la experiencia del exilio, a partir de los noventa, el mecanismo del relato se disuelve. Sus trabajos dejan de evocar una temporalidad, y quedan desligados de lo autobiográfico.
En sus nuevas realizaciones marca la superficie con agujeros negros que condensan la energía y tienen gran fuerza de atracción visual. Con esta serie que titula Daimon, su producción se vuelca sorpresivamente hacia la abstracción.
A fines de los 90, estos desarrollos desembocan en una serie de formas de gran despliegue visual, que conforman entramados complejos. Rigor y movilidad juegan en el mismo plano en la obra Sin título, de 1999, que forma parte de la colección. Este trabajo, tiende a enfatizar las diferencias visuales, mediante la utilización de planos sobrepuestos, que marcan la relación fluctuante entre figura y fondo. Constituye una de las imágenes que se basan en la síntesis de planos, simplificaciones y estilizaciones, que lo llevan a recuperar ciertas voces modernistas a partir del empleo del material pictórico.
Tulio de Sagastizábal recibió las siguientes distinciones: Beca de la Fundación Antorchas, para asistir al Taller de Guillermo Kuitca, entre 1991 y 1992; Primer Premio “Quinto centenario del descubrimiento de América”, Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, 1992; Mención especial del jurado, “Premio Universidad de Palermo”, Buenos Aires, 1996; Mención de honor, “Premio Arte y Antigüedades”, Buenos Aires, 1996; “Premio Leonardo ’98. Artista del año”, MNBA, 1998; Mención del jurado “La humanización de la tecnología”, Buenos Aires, 1998; Segundo Premio “Premio Universidad de Palermo”, MNBA, Buenos Aires, 1999; Tercer premio “Premio del Banco de la Provincia de Buenos Aires”, Museo Arturo Jauretche, Buenos Aires, 1999
Participó en la Primera Bienal del Mercosur (Porto Alegre, 1997) y en la IV Bienal internacional de La Habana, en 1991.
Realizó exposiciones individuales y participó de muestras colectivas en Posadas, Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca, Córdoba, Corrientes, Neuquen, San Pablo, Río de Janeiro, Guadalajara, Caracas, Santafé de Bogotá, Maldonado, Monterrey, Asunción, Madrid, Galicia, Miami, Chicago, Nueva York, Washington, París, Detroit, Nantes.