Colección Castagnino+macro

La antorcha pertenece a dicho período de producción. Allí, tanto las figuras antropomórficas contorneadas con líneas negras como el modo de componer el espacio alteran algunas de las nociones frecuentes en sus modos de representación. El lienzo se transforma en un espacio impreciso, donde la imaginería es plasmada a través de juegos espaciales entre formas y colores en el plano.
Además de dedicarse a la pintura de caballete y a la gráfica, Dávila realizó una serie de murales en madera y algunas experiencias cinematográficas en corto y mediometraje. Ejerció la docencia en forma privada hasta 1997, y fue nombrado co-fundador del Museo de Arte Contemporáneo Latinoamericano de La Plata en 1999.
Expuso sus obras en diferentes provincias argentinas y obtuvo múltiples premios y reconocimientos.

 

 




Dávila, Miguel

La Rioja, 1926
Buenos Aires, 14 de agosto de 2009

En 1948 inició sus estudios artísticos con Enrique Policastro, y más tarde concurrió al Instituto Superior de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, donde sus maestros fueron Lino Enea Spilimbergo y Pompeyo Audivert.
En 1952 realizó una muestra en Catamarca con el apoyo del Consejo General de Educación de dicha provincia. Se radicó en Buenos Aires en 1953, y un año más tarde llevó a cabo su primera exposición individual en la Galería Viau, que fue merecedora de muy buenas críticas.
En 1958 fundó el Museo Municipal de Bellas Artes en su provincia natal renunciando al cargo de Director dos años después.
Radicado nuevamente en Buenos Aires, en 1961 se hizo beneficiario de una beca otorgada por el Fondo Nacional de las Artes para continuar su formación plástica en Europa. Instalado en París, visitó España e Italia y, de regreso, mostró las obras entonces realizadas en la Galería El Pórtico.
En la producción de Dávila, constituida tanto por pinturas y grabados como por objetos, es posible vislumbrar diferentes momentos.
Sus primeros trabajos se definieron por la sencillez compositiva, una paleta sobria y la utilización de ciertos rasgos próximos al Expresionismo. Característica, esta última, que condujo al artista a eliminar los detalles considerados superficiales. En la década del 60, luego de incursionar en la serigrafía, la publicidad y el teatro de títeres, el lenguaje de Dávila se volcó hacia una mayor abstracción pero siempre manteniendo un referente real. Durante ese período, se produjo un estallido en el uso del color, a partir de violentos contrastes generados entre los tintes. Posteriormente a su regreso de Europa, su imagen presentó claras evocaciones de La Rioja. Para ese entonces, tanto la convivencia del humor y el dramatismo como la plasmación de un gesto más ligero y espontáneo manifestaron la madurez que el autor había alcanzado en su producción.
Hacia 1969, sus imágenes fueron cada vez más el resultado de una profunda meditación. El hombre contemporáneo y su contexto constituyeron la problemática en la que Dávila indagó en 1971, logrando una unión intrínseca entre la idea y la materia.