Castagnino+macro




Forchino, Guillermo

Rosario, provincia de Santa Fe, 1952
Vive y trabaja en Paris, Francia.

Su obra transita por dos carriles paralelos. Por un lado, enfrenta la crueldad humana al revelar la vulnerabilidad, el abandono, la tortura, la exclusión social, los ecocidios y la violencia institucional; por otro, nos desafía con la comicidad y la sátira, creando personajes cercanos al cómic en miniaturas escultóricas. Estos representan familias de vacaciones en coches sobrecargados de maletas con neumáticos semi-desinflados, viejas camionetas americanas, bañeras con dictadores militares, barcos, aviones o motos, personajes singulares que dejan entrever cierto humor y una sutil ironía. Ambas líneas conviven de forma única en el trabajo de Forchino, quien, con una mirada aguda y mordaz, nos invita a reflexionar sobre nuestras acciones en la sociedad.

Se graduó en 1979 como Licenciado en Artes Visuales en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario y estudió Conservación y Restauración de obras de arte en la Universidad de París Panthéon-Sorbonne entre 1981 y 1983, tras recibir una beca del gobierno francés.

En 1980 fundó en Rosario la galería de arte “Buonarroti”, junto a los artistas Fernando Ercila y Marcelo Castaño. En sus primeros años, su producción fue principalmente pictórica, período en que realiza las dos obras pertenecientes a la colección Castagnino+macro: Comienzo y otra sin título de la Serie de los manteles.

A partir de principios de los años ochenta, comenzó a desarrollar su carrera escultórica mediante la experimentación y el uso de diversos materiales. Tras completar sus estudios en Francia, regresó a Argentina en 1984, donde organizó el primer departamento de Restauración del Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, en la ciudad de Rosario. Ese mismo año empezó a crear una serie de personajes cuyas figuras, fabricadas con bandas de tela entrelazadas, dejaban al descubierto cabezas, manos y pies hechos con papel maché tratado con pigmentos naturales y cera virgen.

En 1985 comenzó a realizar la serie Desafinados, que nació a partir de una exposición del mismo nombre junto a los artistas Rubén Porta y Marcelo Castaño. En esta serie, que exhibió en diversas ocasiones hasta 2002, Forchino nos introduce en el mundo de las clínicas psiquiátricas y los asilos de ancianos. Los muñecos creados en esta serie muestran expresiones patéticas, miradas vidriadas y cuerpos retorcidos, atrapados en sillas de ruedas, amarrados con tela y alambre, o incluso encerrados en frascos asfixiantes. Este año, en octubre, regresó a París donde se radicará definitivamente.

Paralelamente, a partir de los años noventa, comenzó a realizar esculturas en resina de poliuretano, influenciadas por el mundo del cómic, en las que se refleja humor e ironía. En 2002, la sociedad holandesa VM&M Concepts emprendió la edición exclusiva de estas obras bajo la colección The Comic Art of Guillermo Forchino. Estas réplicas a escala, de edición limitada, fueron construidas en la ciudad de Huy Yang, China, y distribuidas internacionalmente en 65 países.

En 1994, creó un relieve mural titulado Escaldes Centre en resina de poliéster para la colección Remolins-Zamora de Andorra, que representa un enorme atasco en la ciudad andorrana de Escaldes. Desde principios de los años 2000, incorporó el video a su producción, retomando algunas de sus obras anteriores. Entre sus piezas más destacadas se encuentran Falcón verde (2009), símbolo del terrorismo de Estado y actualmente parte de la colección permanente del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en Buenos Aires; Basta (2017), una instalación sobre la eutanasia; y Proceso de destrucción de la clase media (2001-2017), una obra en video en la que dos roedores devoran a los personajes.

En 2002, comenzó a explorar la fotografía como complemento a su trabajo. Invitado por la Asociación Aux Tours des Arts de Noyers, presentó la muestra En Ton Noir en el antiguo hospicio de Saint Nicolás en la ciudad francesa de Noyers-sur-Serein. En ella, sus personajes, diseminados desde el sótano hasta la buhardilla, reflejan la decadencia humana, la alienación mental y la enajenación del poder político o eclesiástico. Exhibió sus obras de una manera inusual, de espaldas al espectador y frente a su propia imagen ampliada.

Desde 2019, comenzó a abordar la problemática del cambio climático, la contaminación producida por residuos industriales y el vertido de plásticos en los océanos. Como parte de esta serie, creó Me ne frego, que expresa la absurda indiferencia del hombre contemporáneo ante la emergencia climática, en una clara dicotomía entre la gravedad de la situación y el humor irónico con que la representa. En 2024, comenzó a explorar nuevos materiales, iniciando una serie de obras en bronce de diversos tamaños.

Ha realizado numerosas exposiciones en Argentina, Francia y otros países, participando en salones y recibiendo becas y distinciones, entre las cuales destaca el Primer Premio de Escultura en el Salon Petits Formats del Espacio Latinoamericano de París en 1988.

 

Lic. Alejandra Moreno

 




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