En los años 60 la producción de Escandell se ve atravesada por los propios procesos de la historia del arte a los que se suma su historia personal. Luego de los primeros dibujos expuestos en 1966 en Pasaje Pam junto a Fernández Bonina y de aquellos relieves presentados en la Galería Carrillo de Rosario con sus compañeros de taller un año después, sobrevienen las estructuras primarias. Producciones que reúnen su interés tanto por el arte como por las matemáticas, heredados de su madre y su padre, respectivamente. Porque su atracción desde niña hacia la tridimensión y la capacidad de pensar lógicamente a partir de la experiencia lúdica, hacen al surgimiento de ideas y bocetos de estos nuevos trabajos a partir de los cuales Escandell empieza a reconocerse como productora visual.
Piezas, que desde una perspectiva conceptual, la artista prefiere denominar desplazamientos, aludiendo no sólo al paso de la bidimensión hacia la tridimensión y al traslado de números y proporciones para realizar estas obras sino también aludiendo al transcurrir de la vida misma.
Esta obra formó parte de muestras una de las muestras más relevantes celebradas en esos años, tales como: Rosario 67, en el contexto de la Semana del Arte Avanzado en la Argentina, en 1967. Asimismo, este volumen de madera y esmalte sintético rojo fue reconstruido para ser exhibido en el marco de la muestra antológica que tuvo lugar en el Museo Castagnino, inaugurada el 8 de marzo de 2013 y, posteriormente, donada a la colección contemporánea del Museo Castagnino+macro.