Colección Castagnino+macro

Brioles, integra el conjunto de pinturas-construcciones que lo ocuparon hasta su muerte. Fechada en 1987, es una estructura geométrica que aunque asimétrica, no pierde armonía. Construida en base a la regla de oro o proporción áurea, sus salientes, concavidades y agregados de objetos tridimensionales -triángulos, esferas, círculos- crean una organización de planos y espacios concebida con una idea mística de la proporción y el orden, heredada del constructivismo universalista de Joaquín Torres García. Se vale de sutiles recursos cromáticos y texturas para enfatizar los relieves, y mancha meticulosamente la tela que tapiza parte de la estructura para potenciar su trama. Líneas rojas, azules, amarillas y negras atraviesan la superficie y sugieren los cabos o brioles -término específico del vocabulario náutico-, sogas que permiten recoger o cargar las velas cuadradas de las embarcaciones. El uso de la metáfora, como el de los símbolos universales, expresa sus reflexiones acerca del valor mágico de los objetos y los aspectos más primitivos del hombre.

Exposiciones:
“Premio Rosario 1987”, Museo Castagnino, Rosario, 1987.
“Marcelo Bonevardi. Ultimas obras”, Museo Castagnino, 1997.

 

María de la Paz López Carvajal




Bonevardi, Marcelo

Buenos Aires, 1929
Córdoba, 1 de febrero de 1994

Bonevardi vivió desde 1935 en Córdoba, donde estudió arquitectura (1948, Universidad Nacional de Córdoba). En 1950 viajó a Italia y atraído por la obra pictórica de Piero Della Francesca, Fra Angélico y Giotto estudió los aspectos compositivos del lenguaje renacentista que influirán en su obra posterior. A su regreso interpretó el paisaje local con una perspectiva constructivista y hacia 1952 se inclinó hacia la corriente paisajista cordobesa de influencias metafísicas e Integró el Grupo de los 7 (junto a Pont Vergés, Raúl Pecker, entre otros). Desde 1955 dedicó su obra a la abstracción de raíz constructiva.

Fue becado por la Fundación Guggenheim (1958 -1959) y por el New School for Social Research (1963- 1964) y se instaló en Nueva York. En 1965 realizó su primera muestra individual en la galería Bonino de Buenos Aires. En 1970 regresó a la Argentina interesado en al arte precolombino y desde ese momento alternó su residencia entre Córdoba y Nueva York hasta su regreso definitivo al país en 1991. En el marco de su actividad académica, en 1956 fue nombrado profesor adjunto de Artes Plásticas en la Universidad Nacional de Córdoba. En 1979 fue designado jurado de arte latinoamericano y caribeño para la Fundación John Simon Guggenheim, actividad que ejerció durante 10 años.

Entre otros, obtuvo Premio Adquisición, Salón Anual de Artes Plásticas, Museo Castagnino, Rosario (1957) Premio Internacional, X Bienal de Saõ Paulo, Brasil (1969), Premio Rosario (1987) Premio Konex de Platino, Buenos Aires (1992).

Desde 1958 Bonevardi vivió y expuso en Nueva York. Allí recibió los estímulos de los movimientos más innovadores de la década e inició sus estudios de las culturas arcaicas. En los años 60 el estudio de la escultura africana lo introdujo en los aspectos formales de la obra y en sus contenidos implícitos y su carga mágica y ritual, hecho que influenció su producción posterior.

En 1963 inició la etapa de sus pinturas-construcciones, objetos de madera revestidos de telas pintadas y cosidas. Estas estructuras de formas geométricas fundamentadas compositivamente en el concepto de sección áurea, poseen diferentes niveles en sus planos, que sobresalen y se hunden como alto y bajorrelieves. En las concavidades suele anidar pequeños objetos que construye especialmente para sugerir la presencia de antiguas ruinas, máscaras y talismanes o citar elementos arquitectónicos, como columnas, entablamentos, arcos y cornisas. Paulatinamente fue abandonando el formato regular del soporte y compuso ensamblando formas geométricas, profundizando en los conceptos de la geometría mística. En este gesto de su proceso de creación manifiesta su vocación constructiva, heredada de su vínculo e intercambio con los uruguayos Julio Alpuy, Francisco Matto y Gonzalo Fonseca, integrantes del taller de Joaquín Torres García.




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