Colección Castagnino+macro

El Retrato de la Sra. Elina Peñaloza de Amuchástegui fue donado al Museo Municipal de Bellas Artes de Rosario por Nicolás Amuchástegui, miembro fundador de la Comisión Municipal de Bellas Artes de Rosario. La fecha de ejecución de la obra coincide con la presidencia de Amuchástegui en dicho organismo y es probable que su fecunda relación con los artistas rosarinos en actividad lo haya inclinado a favorecer a la joven artista con el encargo de la imagen de su madre, Elina Peñaloza quien muere mientras era retratada por Bertolé.

En  una  carta  que  le  dirige Amuchástegui  y  que  se conserva en su archivo personal, se lee  “(...) no solamente hay en su obra el absoluto parecido físico; hay algo más, que vale  más  y  que  significa  el  logro  de  un  gran  esfuerzo: hay  el  parecido  psicológico,  la  identidad  de  expresión  la reproducción fidelísma  de  lo  que  vulgarmente  llamamos  el “aire  de  las  personas;  hay  en  suma,  la  concretación  de  un abstracto espiritual...”

El retrato que nos ocupa es de cuerpo entero, a la manera de los retratos académicos tradicionales. La retratada
era hija de cordobesa y riojano, sobrina del Brigadier General Benjamín Virasoro y luego casaría con el cordobés Ni
colás Amuchástegui.

Ese año, Emilia Bertolé se instaló en Buenos Aires y comenzó a frecuentar los círculos literarios y artísticos de la ciudad. Su reputación como retratista prosperaría al punto de obtener encargos oficiales.



María de la Paz López Carvajal




Bertolé, Emilia

El Trébol, provincia de Santa Fe, 1896
El Trébol, provincia de Santa Fe, 1949

Al inicio de su carrera, fue becada por el diario Patria degli Italiani en la ciudad de Rosario para estudiar dibujo y pintura en la Academia Doménico Morelli, de Mateo Casella.

En 1912 realizó un envío al Petit Salón organizado en Rosario, en la Casa Blanca de Casildo De Souza, junto con artistas como César Caggiano y Alfredo Guido. En 1915 mandó su obra al V Salón Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires y obtuvo el Premio Estímulo por el pastel Ensueño. Desde entonces participó activamente en dicho salón y en el de Otoño de Rosario.

Durante a década del 20 se radicó en Buenos Aires.

Inicialmente, su pintura se caracterizó por cierta filiación con el simbolismo, en especial con el estilo de Eugene Carriere. Esa concepción simbolista del arte constituyó una derivación del Romanticismo, la cual se advierte en una actitud contemplativa y melancólica por parte de los artistas. En esos años, Bertolé creó atmósferas densas, sobre todo en los pasteles, donde fundió los contornos de las figuras de fondos muchas veces decorados con motivos modernistas.

Caracterizado por una composición tradicional y potenciada por una iluminación más sugestiva que descriptiva, El libro de versos corresponde a ese período de producción. La figura desplazada hacia la izquierda, que parece emerger de las profundidades del cuadro, logra crear una atmósfera que recuerda el modernismo francés de fines de siglo XIX, siendo la profundidad de la mirada y la expresividad de las manos detalles que identificaron toda la obra de Bertolé.

Luego empleó una técnica de toques de pincel que le permitió crear efectos más decorativos que lumínicos.
Se dedicó primordialmente a la pintura de retratos, los que le fueron encargados en abundancia mientras residía en Buenos Aires. Entre ellos, se destacan los pedidos por el presidente Hipólito Irigoyen en 1923, uno de los cuales integra hoy la colección del Museo Histórico Nacional.

A la par de su trabajo como pintora desarrolló su vocación por la escritura, publicando en 1927 su primer libro de poesías titulado Espejo en sombras. Integró tanto la élite literaria que se reunía en el Café Tortoni de Buenos Aires como el grupo Anaconda, presidido por Horacio Quiroga.

Con la Revolución del 30, su carrera se vio afectada ya que los encargos mermaron. Por ello, debió realizar otro tipo de actividades. Colaboró con ilustraciones para el diario La Capital y la revista El Hogar. Además, realizó los dibujos de una serie de cuadernos titulados Mujeres de América. En 1937 retomó su participación en el Salón de Rosario, exhibiendo Desnudo y Autorretrato.

Entre otras actividades realizadas, en 1925 intervino como jurado en el Salón de Otoño junto con Alfredo Guido y Emilio Ortíz Grognet, integrante de la CMBA.

Obtuvo reconocimientos como: Medalla de Oro, Academia Mateo Casella 1904, y Segundo Premio Municipalidad de Buenos Aires 1921.

En 1944 regresó a su ciudad natal para atender a su madre hasta 1949, año de su muerte. Emilia Bertolé murió dos meses después.

Su único biógrafo fue Héctor Sebastianelli, quien incluyó el artículo Inolvidable Emilia, en la publicación Hombres de Santa Fe. Su hermano mayor, Miguel Ángel, fue su promotor y realizó un importante archivo de cartas, fotos y apuntes. El museo de El Trébol cuenta con importante documentación donada por su familia.




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