Colección Castagnino+macro

Tres agujeros en la máscara (1981) es una de las primeras obras de García. Pertenece a una etapa en la que se dedicaba al dibujo con tinta, conjugando el empleo de plumas rotring –herencia de su formación en el Instituto Politécnico Superior- con la técnica de entramado, que había aprendido en su fugaz paso por el taller de Liliana Depetris. Con ambos elementos creaba entonces superficies densamente adjetivadas en las que se hace evidente la influencia que la obra de Alberto Burri, entre otros artistas que comenzaba a descubrir, ejerciera en aquel momento de su carrera.
La preocupación modernista por dejar traslucir la superficie del soporte, como conjuro contra la representación, se combina con una clara intención conceptual: García divide el plano en cuatro campos, que se van densificando. Y si bien a menor densidad visual corresponde una mayor abstracción, también mayor es la intencionalidad significativa.
En el registro inferior se acumula una serie de cañerías orgánicas que crean un denso entramado y esconden a la vez un rostro, del cual solo es posible percibir un ojo. Sobre esta suerte de “bajo mundo”, se alza otro nivel que, como un velo, cubre al anterior, transformando el plano de la representación en una grilla reticular. Como si la intención fuese desmembrar la escritura del dibujo en sus componentes básicos, en el registro siguiente, esta grilla se condensa para dejar solo “agujeros”. Por último, García “rasga” virtualmente la superficie para revelar textura y propiedades del papel. A la vez que deconstruye la figuración, García va presentando, sin saberlo, algunos de los componentes que formarán parte del vocabulario de su obra temprana: cañerías, perforaciones, la tácita “máscara”. Pero también, la superposición y el palimpsesto, que aunque “vertical” aquí, continúa siendo un ingrediente central en su obra.
Tres agujeros en la máscara formó parte de un tríptico con el cual Daniel García participó por primera vez en un Salón en la ciudad de Rosario . Las otras dos obras que completaban el conjunto -Tres Ventanas al Paraíso y La Traición del Dolor No. 2 -también fueron realizadas siguiendo el mismo principio de estratificación, de superposición y densificación del sentido. Juntas, las tres reforzaban la idea de que superficies menos complejas pueden ocultar de nuestra vista otras más densas, cuya existencia sin embargo, no expresa tanto como del ocultamiento mismo.
Al año siguiente García participaría nuevamente del Salón de Artistas Plásticos Rosarinos. En aquella ocasión se hizo acreedor de la Beca para la Sección Dibujo, que consistió en una subvención monetaria por período de un año. Podría decirse que Tres agujeros en la máscara y la beca obtenida al año siguiente marcaron la entrada decidida de Daniel García en el circuito artístico, de la ciudad primero y del país algo más tarde, hasta convertirse en el artista de renombre internacional que es hoy día.

BIBLIOGRAFÍA
XV Salón Anual de Artistas Rosarinos. MMBAJBC, Rosario, 1981. (catálogo)
XVI Salón Anual de Artistas Rosarinos. MMBAJBC, Rosario, 1982. (catálogo)
XLVIII Salón de Rosario. MMBAJBC, Rosario, 1982
Battistozzi, Ana María “La Gran Tentación”. En, Remordimientos. Museo Juan B. Castagnino, Rosario, 2003.
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Spinelli Maria Eugenia. “Daniel García”. En, Remordimientos. Museo Juan B. Castagnino, Rosario, 2003.
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Verlichak, Victoria. El ojo del que mira. Artistas de los noventa. Fundación Proa, Buenos aires, 1998.

María Eugenia Spinelli, 2008

 




García, Daniel

Rosario, provincia de Santa Fe, 1958
Vive y trabaja en Rosario

Aunque pintor de profesión, dibujos, fotografía y video componen la producción de este autor signada por una figuración mimética que, a lo largo de más de 30 años de trayectoria ha sabido matizar con representaciones de escaso rigor formal para ilustrar libros, por ejemplo. Conceptualmente, la muerte es uno de los ejes que configura su obra en general y, sobre todo, su práctica pictórica.

Interesado en el arte, en 1981 realizó estudios sobre el color con Eduardo Serón  luego de egresar de la UNR como Técnico Químico. Durante el período 1991-1992 continuó su formación, asistiendo a un workshop coordinado por Guillermo Kuitca auspiciado por la Fundación Antorchas.

Integró el conocido colectivo Artistas Plásticos Asociados de Rosario (APA) conformado en 1984, en momentos de pos dictadura junto a Anabel Solari, Silvia Chirife, Roberto Echen, Verónica Prieto, Gabriel González Suárez, Claudia del Río y Carlos Cantore, entre otros.

Comenzó a exponer su obra en 1982, participando en bienales, salones y galerías de diversos países, tales como: Uruguay, Brasil, Venezuela, España, Perú, Puerto Rico, Cuba, México, España, Francia y Estados Unidos. Entre sus distinciones se hallan: Konex de Platino, 2002; Beca a la Creación Artística, Fundación Antorchas, 1996 y Artista Joven del Año, 1995; Asociación Argentina de Críticos de Arte, 1996.




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