Castagnino
Del 27.03.24 al 30.03.25

En la luz es donde está el misterio

Una importante selección de obras de la colección histórica del museo observa un problema tan antiguo como el arte, que en la pintura se revela como tema y herramienta: la luz.

Emilio Pettoruti, Lumiére Elan (detalle)

¿Qué es la luz? ¿cuál es su significado en la pintura? ¿cómo los artistas han llevado adelante el desafío de su interpretación como asunto? La exhibición explora sus posibilidades de representación, traducción, descripción o evocación a través de ensayos visuales relacionados con el drama, la revelación de la instantaneidad de la luz atmosférica y concepciones metafísicas y racionalistas.

Curadoras
María de la Paz López Carvajal
Romina Garrido

 

Artista invitado

Román Vitali

Site specific La Espera (L’attesa)

Esta pieza se construye a través de la interacción de varios sistemas y operaciones formales, resumibles en tres elementos fundamentales: la luz de neón, que traza dibujos en la arquitectura mediante sistemas fijos e intermitentes, el espacio, concebido como contenedor formal de un diálogo y recorrido dinámico y la materialidad reflectante, lograda a través de la técnica de tejido con cuentas acrílicas, que genera interrupciones e incomodidades en los silencios de esta sala de espera.

En su conjunto, la obra propone una narrativa visual que entrelaza la creación del artista con las reflexiones de Lucio Fontana acerca de la luz y el espacio, tejiendo un tapiz conceptual entre su obra y la de Fontana. Esta fusión artística se nutre especialmente de la inspiración derivada de la pieza Ambiente spaziale realizada en luz de neón de 1967, expuesta en el Stedelijk Museum Amsterdam. Este diálogo se proyecta también hacia obras trascendentales de Fontana, como Concetto Spaziale, Attese (1966) con sus cortes precisos sobre la tela y Concetto Spaziale, La fine di Dio (1963-64) identificada por sus formas ovales perforadas.

La Espera se convierte así en un punto de encuentro entre el presente y la influencia artística del pasado, desplegando una experiencia estética reflexiva.


El derrotero de la luz

C. R. Stia

La luz es y ha sido uno de los objetos de estudio más apasionantes y debatidos a lo largo de la historia de la ciencia. Aún hoy nos interpela. Los intentos de comprender su naturaleza, han ido mucho más allá de los desarrollos de la óptica. La geometría, la astronomía, la química, el electromagnetismo, la física cuántica y muchos otros campos, se han ocupado de este fenómeno natural. Pero hay más.

Asociada a la propia idea de conocimiento, la luz y sus misterios han marcado la ctividad científica y cultural de manera trascendental, hasta el punto de que místicos, poetas, pintores y filósofos le han dedicado su atención y reflexiones desde tiempos inmemoriales. No podemos imaginar ni nombrar lo que no conocemos como tampoco dejar de mirar el cielo sin fascinarnos por lo que vemos, que nos llena de interrogantes aunque no nos lo propongamos. Y de ahí, la necesidad de analogías que permitan anclarnos en algo que nos tranquilice.

La luz es rayo, es partícula y es onda. Recorre el espacio a una velocidad finita, dobla las esquinas, se cuela por los intersticios, esquiva los obstáculos y se deforma, discurre como el agua. Es información y calor, y solo se hace visible en una pequeña porción de un amplísimo espectro, transformándose en colores. Y apelando al carácter persuasivo de las metáforas, la luz puede aparecer como un faro que destrona las tinieblas y generar destellos de algo parecido a la felicidad. O a la belleza. También puede ser una presencia cegadora que impide la razón. O la forma primordial, el origen de lo divino.

Desde las cavernas oscuras hasta hoy, nos preguntamos sobre la luz del sol y las estrellas y, posiblemente, del fuego, de aquel primer fuego. ¿Qué es esta energía radiante que abarca todo lo que toca? ¿Cómo afecta a nuestro entorno y nuestra percepción? ¿Cómo o por qué vemos lo que vemos? ¿Podemos sentir la luz? Preguntas primeras que provienen de la observación directa, de la experiencia sensorial y que, en simultáneo, abren el juego a otras más existencialistas: ¿Hubo una primera luz? ¿Cómo se formaron las estrellas? ¿En qué momento, después del origen del tiempo, luz y materia se separaron para que el universo sea lo que creemos que es, y que este Sol y el resto de las estrellas visibles nos sigan cuestionando con sus brillos y sus colores? ¿Cómo se percibe hoy esa luz fugitiva que viaja desde hace miles de millones de años? No hay otra forma de conocer el universo si no es gracias a la luz. Observar más lejos en el espacio significa observar más atrás en el tiempo. La luz es el eco del cosmos.

 

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