Sede Castagnino
Del 21.04.17 al 24.07.17

Goya grabador

de Goya y Lucientes, Francisco

Las cuatro series de estampas creadas por Francisco de Goya y Lucientes que integran la colección del Museo Castagnino+macro ofrecen una extensa perspectiva de su obra.

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Foto de sala
Foto de sala

Pintor de cámara de cuatro reyes, Goya expresó en Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra, Los Proverbios y La Tauromaquia el espíritu español de su tiempo. Como una sátira para perseguir los vicios y la insensatez de los hombres o como revelación de las vicisitudes históricas que abrumaron al pueblo español, perseveró en una potente e irónica crítica a la sociedad, a la política y al poder religioso.

La originalidad de los grabados también radicó en la investigación de las posibilidades técnicas del aguafuerte y los barnices, que benefició las posibilidades expresivas de sus temas. La traducción de sus dibujos preparatorios a tinta requirió el uso del aguafuerte como técnica principal para definir líneas y estructurar composiciones y de aguatinta para resolver las gamas tonales, de texturas muy variadas. En algunos casos, también utilizó el bruñidor para matizar valores y lograr transición de tonos.

Las series Los Desastres de la Guerra y Disparates fueron concebidas con el mismo espíritu crítico que Los Caprichos, pero tuvieron poca circulación durante la represión fernandina. Las tres fueron donadas por la familia Castagnino al flamante Museo Municipal de Bellas Artes en 1942. La Tauromaquia –adquirida en
2007 por la Fundación Castagnino– fue considerada de carácter popular por el recuerdo de los personajes del mundo de los toros, que supuestamente contaba al maestro como uno sus mejores aficionados.

Los Caprichos

La serie Los Caprichos fue la primera concebida por Goya para ser vendida como tal. Existen referencias de un intento de publicación de la serie en 1797 con el título Colección de Sueños, que llevaba en el frontispicio la imagen del autor dormido, soñando, con la frase El sueño de la razón produce monstruos. La figura del sueño –recurso literario de fines del siglo XVIII– protegía las imágenes de la censura imperante. Finalmente, el conjunto fue publicado en 1799 y el maestro cambió el título de Sueños a Caprichos seguramente porque ésta última figura tenía una connotación más humorística e irónica y constituía un recurso típico del ridículo de siglo XVIII. Cada lámina lleva una inscripción, títulos ambiguos que universalizan un contenido algunas veces confuso.

En 1803 –seguramente para evitar alguna acusación ante la Inquisición– regaló las planchas y los ejemplares que le quedaban de la serie al Rey Carlos IV y solicitó a cambio una pensión para su hijo que le fue concedida. Los cobres fueron destinados a la Real Calcografía, donde se conservan en la actualidad.

Los Desastres de la Guerra

La serie fue inspirada por la Guerra de la Independencia (1808-1814), de la cual el mismo Goya fue víctima y testigo. Fue grabada entre 1810 y 1820 y constituye el relato del heroísmo, la crueldad, el hambre, la muerte y otros acontecimientos protagonizados por el pueblo anónimo.

Pueden diferenciarse tres ciclos: en el primero (estampas 1 a 47) se representan escenas de la guerra y Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer introduce al drama que se desarrollará en el resto de la serie. En el segundo (estampas 48 a 64) se evocan escenas del Hambre en Madrid, hecho histórico acaecido entre 1811 y 1812. En el último, (estampas 65 a 80) refiere al período constitucional y al regreso de Fernando VII, cuya represión y vuelta al absolutismo iniciaba una feroz represión a los liberales. Conocidos como caprichos enfáticos, estos últimos presentan un lenguaje visual ambiguo y simbólico.

Goya introdujo en esta serie la novedad de utilizar casi exclusivamente el aguafuerte y logró que las líneas de las figuras –que se retuercen, se quiebran y se funden en sombras— se destaquen sobre fondos vacíos, sin matices tonales y acentuando la expresividad y el dramatismo de los temas.

Las primeras estampas circularon entre sus íntimos y a su muerte, su hijo guardó los cobres por más de cuarenta años. En 1863 se realizó la primera edición publicada por la Real Academia de San Fernando, tirada a la cual pertenece la serie que hoy se exhibe en las salas del Museo Castagnino.

La Tauromaquia

La Tauromaquia ha sido la serie más divulgada y su carácter español interesó especialmente a la Europa Romántica. Goya se sumerge en el drama del enfrentamiento irracional, violento y cruel del hombre y el animal, símbolo de la lucha entre la vida y la muerte.

Ilustra diversos temas relacionados con el toreo e inicia su relato con los antecedentes de las corridas, el modo de torear de caballeros antiguos y emblemáticos personajes históricos como Carlos V o el Cid Campeador. Estas estampas han sido puestas en relación con el libro de Nicolás Fernández de Moratín, Carta histórica sobre el origen y progresos de las fiestas de toros en España, publicado en Madrid en 1777.

Luego, se dedica a los toreros de su época y personajes peculiares, entre ellos Martincho, Juanito Apiñani, La Pajuelera, el célebre Mariano Ceballos, Pedro Romero y Pepe Illo, a quien lo representa muerto en la arena. También refleja la tragedia de la fiesta con aterradoras escenas del público huyendo despavorido, caídas de picadores y caballos y formas no convencionales de atacar a los toros.

Datada entre 1814 y 1816, la mayoría de sus dibujos preparatorios fueron realizados a sanguina y presentan diferencias con las estampas, hecho habitual en Goya que solía introducir cambios durante el proceso de grabado. La primera edición de la serie se realizó en Francia en 1816 en vida del artista y a su muerte las planchas
quedaron en mano de sus herederos.

Fueron realizadas varias ediciones, algunas en la Calcografía Nacional y otras en Francia, hasta que en 1920 los cobres fueron adquiridos por el Círculo de Bellas Artes de Madrid y luego finalmente por la Real Academia de San Fernando.

Los Proverbios o Disparates

Realizadas probablemente entre 1819 y 1823, estas composiciones están directamente relacionadas con el lenguaje de las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo. Son sátiras de la vida política, social y religiosa de su tiempo que han generado innumerables interpretaciones. En su mayoría herméticas y enigmáticas, dan cuenta de la atmósfera pesimista en la que vivía Goya en épocas de la restauración absolutista.

Se ha especulado con que la serie tal vez no haya sido concluida y no se conoce una ordenación determinada por el artista. Algunas pruebas de estado llevan inscripciones autógrafas como Disparate femenino o Disparate ridículo, hecho que provocó la generalización de esa denominación, considerada adecuada para el carácter de las imágenes. La relación directa entre los dibujos preparatorios y la imagen final de las estampas ha desaparecido, los bocetos son más grandes que las planchas y el artista ha trabajado con libertad y espontaneidad directamente sobre los cobres.

La serie no fue editada en vida de Goya y las planchas seguramente permanecieron en Madrid resguardadas por su hijo junto a las de Los Desastres de la Guerra hasta llegar a la Real Academia de San Fernando en 1862. En 1864 fue realizada la primera edición de 250 ejemplares y 18 estampas, a la que pertenece la que integra la colección del Museo Castagnino. Ésta, lleva el título Proverbios porque la Academia interpretó que las estampas eran comentarios de proverbios y refranes, pero nunca pudieron establecerse relaciones probables entre éstos y las imágenes.